He comprendido que mis alas son frágiles por necesidad. Emprendo un viaje y esas alas sirven para desplazarse hasta un lugar. Pero cuando regreso a mi estado natural, ya no sirven para otro viaje. Entonces se rompen y surgen otras. Siempre son frágiles, vulnerables. Pero siempre vuelven a aparecer. Cada nueva ala tiene su nombre, su código secreto, su magia. Cada ala está diseñada para volar una sola vez. Y después… desvanece. Como la felicidad: existe, pero es fugaz. Aunque sean vuelos efímeros, la sensación perdura con el tiempo. Además, estoy aprendiendo a coleccionar esos momentos en mi cabeza. Momentos pasajeros pero intensos. Momentos que resisten a la tentación del olvido. Instantes utópicos que me ayudan a crecer.
He hallado el enigma de esta reflexión
en una canción:
Tengo muchas alas
(Maná)
http://goear.com/listen.php?v=7413f25
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