domingo, 24 de agosto de 2008

AVEMIGRATORIA

Escribo desde el taller de las alas rotas:

Salí en busca de la felicidad y volé más alto que nunca. Me sentía fuerte, invencible. Todo era atractivo y fácil... hasta que tropecé con una nube negra. EL golpe fue tan duro que se me rompió un ala y no pude hacer nada para evitar la caída. Luché contra la ley de la gravedad, pero fue inútil... Me sentía sola y desprotegida, sin fuerzas para levantarme de nuevo. Entonces alguien me llevó aquí, al taller de las alas rotas.

Aún estoy convaleciente pero no soporto la idea de estar quieta, me ahogo entre estas cuatro paredes. Anhelo partir otra vez. Me siento débil, pero sé que pronto sanarán las heridas y podré seguir caminando. Ya lo dijo Ismael Serrano: “las aves migratorias siempre encuentran el camino de regreso”.

Y ahora que tengo tiempo para pensar, descubro que me he convertido en un ave migratoria. Desde que escapé de aquella jaula he viajado mucho, he observado el mundo, he escuchado los susurros del viento y he aprendido a confiar en mí. Pero no he sentido la necesidad de quedarme mucho tiempo en el mismo sitio. Creo que me asusta la posibilidad de caer en la rutina. No quiero encadenarme a unas raíces que me obliguen a quedarme en el suelo cuando sienta el anhelo de volar.

Sin embargo, a veces me aprieta la soledad y necesito un lugar para descansar, saber que alguien me espera. Quizás sea el momento de regresar, de romper el silencio y de explicar mi ausencia. Quizás sea el momento de iniciar el regreso, pero sabiendo que voy de visita... ¡que no me quedaré!



Canción:
Zamba del emigrante

http://www.goear.com/listen.php?v=3d789e6

Ismael Serrano, con Mercedes Sosa.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo también me he sentido rota e incomprendida alguna vez, xo como dices x arte de mágia siempre acude alguién a rescatarte, que te muestra el camino. Y en ese momento aprendes q no estas solo, q tal vez recibes ayuda en el momento inesperado y d quién menos esperas. Q sólo sobrevive el más fuerte...y se aprende con los golpes.
Necesitamos un hogar de protección, donde confiar y sentirnos seguros frente a todo, donde reflexionar y aprender de la autocrítica. Xo también queremos volar y sentirnos libres xa elegir, cerrar los ojos y ver si al despertar todo es mejor.
Al final opto por no quejarme, suficiente tenemos con la realidad de vivir...